El otro día fui al cine, cosa normal si escribo en un blog acerca de cine, ¿no? Fui acompañado, que tampoco es la primera vez, y vimos Batman v Superman: el amanecer de la justicia. Me hizo gracia porque mi acompañante y yo salimos con dos puntos de vista distinto, o quizás no tanto, pero si que usábamos lenguajes muy distintos para comentar la película a la salida. Entonces lo vi en mi mente, y en mi blog. ¿Por qué no hacer una crítica de la película en la que escribamos dos personas distintas? Y eso he hecho. Inauguro sección en el blog: cine para dos. El nombre lo dice todo, dos personas comentando una misma película. Y probé el experimento.

El cartel reza: Protagonizada por valientes actores que pasaron mucho frío y comieron algo de carne cruda

Pues si, voy tarde y bastante, pero no he podido escribir antes por circunstancias personales. De todos modos a estas alturas, quizás la película esté más que vista y mi opinión poco pueda aportar a lo vertido sobre la misma, pero como al fin y al cabo escribo por qué quiero y tengo cosas que decir, pues voy a ello. No se me ocurre mejor película para retomar la sección Críticas con emoción que El renacido, una película que no te deja indiferente, aunque en mi caso no sé exactamente si para bien o para mal. Había leído mucho sobre ella, y me habían comentado amigos sus impresiones, y puedo decir que todo lo recopilado acerca de El renacido no coincide demasiado con mi opinión.

Cuando empiezas algo no sabes exactamente que va a pasar, pero si ese algo te gusta, te apasiona y además te pasas bien haciéndolo no puedes pedir más. Hace exactamente una semana -entre otras cosas- tuve la oportunidad de vivir una de las experiencias que más me han gustado de los últimos años, y todo por animarme un día a escribir sobre cine, eso que tanta gente mira y de lo que muchos me decían que se me daba bien. De hecho, tanta gente va al cine que han convertido Batman v Superman: el amanecer de la justícia en el estreno más taquillero de una película de superheroes en toda la historia. Seguramente haya récords más importantes, pero me alegra que el cine siga moviendo dinero.

No os voy a engañar. Iba a aprovechar la Semana Santa, que en España es una fiesta religiosa en gran parte del país, para escribir un post acerca del cine religioso y derivados, imaginé que eso me iba a dar visitas. No obstante, y aunque hay tema para hacer un post y unos cuantos más, me pareció demasiado típico, y aunque me he aprovechado en otros momentos de actualidad cinéfila para escribir entradas, en esta ocasión he decidido hacerme el original y no tratar un tema típico por estas fechas, ya habrá tiempo.
He decidido inaugurar una sección en la que hablaré de películas que me encantan o que me han marcado, y que la mayoría de la gente odia. Creédme, tengo unas cuantas que sorprenderían a cualquier cinéfilo, y hoy escribiré acerca de una de mis obras más especiales que he tenido el placer -culpable- de disfrutar en una sala de cine: la denostada Alejandro Magno (2004) dirigida por el maestro Oliver Stone.

Quien avisa no es traídor, y os advierto, os darán ganas de matar al terminar de ver la película. Aprovechando un poco el tirón de los Oscar -15 días y ya nadie se acuerda de quien ganó- hoy escribiré acerca de una de las nominadas a mejor película, y que finalmente se llevó el galardón al mejor guión adaptado, y con razón. La ganadora fue Spotlight, de la que ya hablé aquí, y que por supuesto para mi merecía ese premio. Pero esto de hoy va de La gran apuesta, así que sin más dilación, pasamos a comentar una película, que estoy seguro que no dejará indiferente a nadie.