Factor nostalgia

by - enero 07, 2017



No es casualidad arrancar este post con la imagen quizás más mítica de los ochenta, si hablamos del ámbito cinematográfico. ET (1982), la película de Steven Spielberg que marcó a toda una generación. Ahora son fechas nostálgicas, en las que nos acordamos de nuestros seres queridos y estamos conectados a todo aquello que en el pasado nos gustó, que nos produce ternura. En definitiva, sentimientos a flor de piel entre reencuentros, encuentros y reuniones familiares. Las personas estamos muy abiertas a estímulos externos que nos hagan conectar con todo aquello que nos hace sentir, y las películas son una herramienta más para llegar a "tocarnos la fibra". Esta expresión habla de todo aquello que logra emocionarnos y apelar a nuestro corazón, para ablandarnos y convertirnos en mejores personas por un momento por aquello de la compasión y la generosidad, palabras muy relacionadas a la Navidad. Y hay películas que directamente apelan a nuestra memoria para hacernos pasar un momento agradable o simplemente para llamar nuestra atención. Es lo que se conoce como factor nostalgia.

El hecho de que estemos viviendo una época en la que se estrenan tantos reboots, precuelas, secuelas y revisiones de películas y franquícias ya estrenadas años atrás, se debe precisamente a esta nostalgia. Aprovechar películas que han marcado a toda una generación, para seguir estrenando partes años después, por mucho que estén bien rodadas y sean entretenidas, podría verse como una estafa. Me vienen a la cabeza los recientes ejemplos de Rogue One o Animales fantásticos y donde encontrarlos, ambas del 2016. Su calidad es otro tema, pero por el simple hecho de ser películas de sagas antaño exitosas y que gustaron a grandes y pequeños, mantienen todavía vivo el interés por este motivo.


Un ejemplo evidente es Jurassic World (2015), que el año pasado conllevó el regreso a los cines de aquella trilogía iniciada por Spielberg en 1993. Se convirtió en una de las películas más taquilleras del 2015. Tiene una escena en particular, la entrada al mítico paraque temático de dinosaurios, que con la tonadilla clásica inspirada en la melodía del maestro John Williams, combina todos los elementos para tocarte la fibra y transportarte a años atrás. Combinar imagen y música para apelar a tu nostalgia y conseguir que recuerdes con cariño, más que con objetividad, una película que te marcó.



Lo mismo pasó con el Episodio VII de Star Wars. En cuanto ves en pantalla la clásica intro de esta saga, que se repitió en la última parte del año pasado, ya estás automáticamente abierto en canal emocionalmente hablando, para que la película te llegue al corazón. De esta forma, se nubla el buen juicio y hay que tomar al menos algo de distancia para opinar realmente de la película. Ya que una cosa es que te recuerde a algo de tu infancia o juventud, y otra que realmente sea una buena o mala película. A veces cuesta discernir entre calidad y emoción.

El ejemplo más reciente, el de Assassins Creed, para hablar de película visualmente espectacular pero de una frialdad que termina por sacarte completamente de la película, al menos en mí caso. Con Jurassic World, si bien hay unos personajes un poco más carismáticos, tampoco termina de marcar un hito como sí lo fue Parque Jurásico (1993), precisamente porque es una obra técnicamente perfecta, usando los mejores efectos especiales de la actualidad, pero los personajes no tienen el fondo que sí había en la primera.





Este es un error muy común del cine actual, confundir perfección con emoción. Hay medios más que suficientes para realizar películas que visualmente dejen a cualquiera boquiabierto, pero parece que se olvidan que el alma de la historia son los personajes, no los medios con los que se cuenta. Precisamente el encanto del cine ochentero, y que todavía es recordado con mucho cariño, reside en que aunque los medios eran limitados casi en su mayoría de casos para lo que se quería contar, las historias que marcaron a toda una generación de niños y niñas que hoy ya son adultos estaban protagonizadas por seres humanos que resultaban cercanos. Y además, se las ingeniaban para resultar creíbles y no meramente efectos generados por ordenador. 

El propio Peter Jackson pareció olvidar esto, cuando él mismo decidió rodar la trilogía de El Hobbit. Lo que enganchó en El señor de los Anillos, no fue que visualmente fuera espectacular, que lo era, si no que el viaje que se contaba lograba conectar con el público, y querías saber realmente que pasaba y cómo terminaba aquella trilogía, que acabó en 2003. Con El Hobbit, simplemente era alargar por alargar, y estirar una historia que estaba rellena de escenas de acción frías y sin alma, que estaban muy bien rodadas eso sí, pero nada más. Más bien digno de un videojuego lo que se vio en esta nueva trilogía de la Tierra Media.

Un ejemplo de éxito bien conseguido, que no es precisamente una película, si no una serie de TV, es el de Stranger Things. Como ya comenté en el blog, precisamente uno de los aciertos de esta serie de Netflix fue recuperar el espíritu ochentero, pero lo bueno, y trasladarlo a la actualidad con los medios que hay ahora. Personajes carismáticos, una ambientación perfecta y unos efectos especiales que encajaban como un guante en la historia y eran usados cuando tocaba, no sin ton ni son. La prueba de que ha sido un acierto, es que no hay más que ver la repercusión que ha tenido este año la serie. Algunas quejas que recibió la serie, eran precisamente que calcaba en demasiadas referencias a obras de la década de los 80, pero al menos sí sabía hacerlo bien y les buscaba una justificación en la trama. Así sí. 



Alguien debería recordar a todos los productores, guionistas, directores y demás gente involucrada en resucitar películas y franquicias antiguas, que lo que las convirtió en clásicos de los que seguir sacando dinero, fue precisamente el corazón que tenían: sus personajes y sus historias. Y que ver cómo estiran sin demasiado sentido, más que por traer a las generaciones actuales historias y personajes que ya son conocidos, pero adaptados a los nuevos tiempos con el único añadido de efectos especiales y nada que contar, es un gran error.

El cine de superhéroes, juega a otra cosa, pero por el momento parece que le está funcionando. 

XOXO SoldieRyan

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4 comentarios

  1. Es leer, nostalgia! Y se me dibuja una gran sonrisa. Estos días atrás han estado poniendo pelis ochenteras y aunque no las he visto, por cansancio estrés... me dio alegría! Lo mejor que vi en 2016 fue sin duda "Stranger Things". Aunque el doblaje en los niños, no me gustó mucho. A ver que nos depara este año en cuanto a series y cine.
    Un saludo!

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    1. Hola Éowyin, felices fiestas con retraso!

      La Navidad y estas fechas son perfectas para poner películas de las que nos retrotraen a nuestra infancia y/o juventud. Me acuerdo por ejemplo, del caso de Solo en casa, repuesta año tras año por Navidad de manera indefinida. Pero oye, ya forman parte de nuestra tradición cinéfila este tipo de cosas.

      Un saludo y nos seguimos leyendo ;)

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  2. ¡Ay, la nostalgia! Después de un tiempo he de decir que Stranter Things no es tan buena como cuando la terminé de ver ya que hay varios puntos negros en el guión, pero oiga que sigue siendo buena. Aunque la nostalgia volvió hacer de la suyas catalogándola de muy buena. Con buena es suficiente :)

    Besotes

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    1. Hola cojín!
      Desde luego cualquier cosa que veamos pasada por el factor nostalgia de nuestra mente y emociones, nos hace elevar la calidad. Una cosa es que sea buena o mala, y otra que nos guste más o menos por lo que despierta en nosotros, y en el caso de los recuerdos, siempre tienen mucho peso. Yo la vi y me gustó, no tanto como encantarme, pero me gustó.

      Un abrazo!

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