La violencia en el cine es necesaria?

by - diciembre 13, 2017

Ekaterina Samsonov  y Joaquin Phoenix, protagonistas de En realidad nunca estuviste aqui

En 2017 se ha estrenado una obra más que recomendable para todos los amantes del cine: En realidad nunca estuviste aquí, una película muy intensa (y corta) protagonizada por Joaquin Phoenix. La crítica -o la publicidad- hablaba de que era una mezcla entre Taxi Driver (1976) y Drive (2011), y aunque se queda un poco lejos en cuánto a repercusión, sí que comparte diferentes elementos, como es el caso de la violencia. En realidad nunca estuviste aquí es una película muy violenta, pero no de violencia al uso, algo a lo que Hollywood y la TV, en mayor medida, nos han acostumbrado, si no de violencia incómoda y personal. Al otro extremo de recientes estrenos cinematográficos que tienen la violencia por bandera, tenemos la enésima parte de la saga Saw, la octava. Dos extremos muy representativos de lo que es la violencia en el cine. ¿Realmente vivimos en una sociedad que es consciente de la violencia que la rodea?
La pregunta lanzada al aire no tiene una respuesta sencilla. Al menos a nivel cinematográfico, que es lo que concierne a los temas que se suelen tratar en esta página, podemos centrarnos un poco más e intentar dar una respuesta más o menos acertada, aunque también subjetiva, por supuesto.



La violencia en el cine es algo que está más normalizado que el sexo, no en vano, en la gran pantalla, todavía incómoda a según que parte del público contemplar una escena sexual más o menos explícita, y en cambio, un tiroteo en el que hay muertos por doquier -sean cíviles o no- no es tan "violento" de ver como un "polvo". Probablemente se deba a la sobresaturación de muerte que nos rodea como sociedad, o más bien, a la normalización del hecho de ver violencia en imágenes. Precisamente, es algo mucho más natural como seres humanos el sexo que un asesinato, y sin embargo, una idea tan sencilla como básica, en la cultura audiovisual es prácticamente lo contrario.

Cuando hablamos de violencia en el cine, muchos espectadores pensarán en tiroteos, persecuciones con explosiones y toda la parafernalia, pero hay una violencia más secundaria que puede ser igual de impactante o incluso más, que la clásica secuencia de acción que relativiza las muertes que acompañan esa escena.

Escena de Saw (2004)
Escena de Saw (2004)
Comentaba más arriba el caso de Saw VIII, la parte más reciente de la franquícia de terror iniciada hace ya más de 15 años. Saw es una serie de películas cuya seña de identidad es precisamente, la tortura como cástigo. Eso implica que los personajes que aparecen en cada una de las películas, deben luchar contra otros y matarlos para poder salvarse. Tanto éxito ha tenido la saga que llevamos ocho partes, independientemente de su calidad cinematográfica. Pero esta saga es sólo un ejemplo, hay otras muchas cuya razón de ser es el asesinato indiscriminado de los adolescentes de turno que se ponen en el camino de un asesino en serie. Estas películas a veces, ni se toman el argumento en serio, y por tanto, las muertes son relativizadas, pero no deja de ser curioso como se hace humor de algo tan serio como la violencia (y la muerte). 

En el otro extremo de hilo, tenemos el caso de la película En realidad nunca estuviste aquí, que refleja perfectamente la violencia, la que de verdad incomoda. Ante tanta sangre, tanto disparo y tanto asesinato, prácticamente nada puede sorprendernos. Sin embargo, la directora Lynne Ramsay (responsable también de Tenemos que hablar de Kevin, 2011) logra contar una violencia que sí que incomoda al espectador, porque escapa a lo que ya estamos sensibilizados. En realidad nunca estuviste aquí habla de la violencia que ejerce uno desde dentro, hacia uno miso, esa violencia que algunas veces nos aplicamos a nosotros mismos, tratándonos mal, castigándonos por algo que hemos hecho o simplemente, que hemos vivido. Esa violencia que está dentro de nosotros y que cuesta tanto reconocer, porque da miedo.

Joaquin Phoenix en En realidad nunca estuviste aquí (2017)
Joaquin Phoenix en En realidad nunca estuviste aquí (2017)

Por eso la película En realidad nunca estuviste aquí cuenta una violencia en el cine que pocas veces se muestra porque es más cruda, más dura y más violenta, en realidad, y todo eso es algo de lo que las grandes películas escapan. La violencia vista desde una perspectiva más psicológica, a raíz de traumas vividos, y de una sociedad y una situación personal que te oprimen para que reacciones de manera violenta, para salir de ese agujero en el que te metes, o bien te meten los demás.

Sea como fuere, si te cuentan una historia como esta que gracias a las imágenes y los sonidos, sin necesidad de rodar secuencias violentas explícitamente, llega a incomodarte, es que se ha hecho bien el trabajo. De hecho, la jugada les ha salido tan bien que ni siquiera hay violencia directa en pantalla, es decir, todo acto violento que tiene relación con la acción que transcurre durante la película, está rodada prácticamente fuera de plano, precisamente para darle más peso a cuando se recurre a la violencia interna del protagonista. Joaquin Phoenix interpreta a un matón lleno de matices y muy humano, al que se le adivina un pasado traumático y una vida complicada, pero que no se cuenta más de lo necesario para entender cómo actúa el personaje.

Joaquin Phoenix  en una escena de la película
Joaquin Phoenix  en una escena de la película

Es esta gran idea, la de rodar la violencia explícita fuera de lo que ve el espectador en pantalla, lo que hace destacar todavía más el carácter violento de la historia que narra En realidad nunca estuviste aquí, y que es toda aquella que no incluye sangre ni disparos. Abuso de menores, violencia de género, vidas al límite, corrupción y desigualdad social, y podríamos seguir así retratando todos los problemas de la sociedad, que al fin y al cabo, también son violencia. Es, en definitiva, un fiel reflejo de cómo la sociedad puede ser más violenta que cualquier cosa. El personaje de la niña, Ekaterina Samsonov es el reflejo de esta idea, cómo evoluciona a lo largo de la historia. 

El poder educador del cine para contar historias que incomoden, como he contado en otra entrada, es importante, y por eso ver películas como En realidad nunca estuviste aquí, que contribuyen a sensibilizar esa otra violencia, es necesario. No todo puede ser sangre a chorros, amputar miembros o tiroteos a pie de calle, la violencia es mucho más.

XOXO SoldieRyan

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5 comentarios

  1. ¡Hola, Adonai!
    Ayer estuve hablando con un amgigo sobre esa peli y no salió muy contento del cine. Hoy, una amiga me ha dicho que la vio el otro día y que tampoco le gustó, es más... echó una cabezadita.

    Yo, por el momento no me hace verla.

    En cuanto a la violencia en el cine, yo personalmente creo que no es censaria, pero por otro lado, según cómo esté enfocada, no lo veo tan malo. El sexo, en mi humilde opinión debería ser eliminado. Para eso están las pelis de adultos....

    ¡Saludos!

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    1. Hola Éowyn!
      La película es diferente, tensa y lenta, por así decirlo, aunque el ritmo que tiene es perfecto para ir generando la angustia necesaria que vives mientras la ves. Es una experiencia, por así decirlo.
      Saludos!

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    2. Quería decir innecesaria.... A veces escribo muy rápida y luego veo los errores 😐
      A mí las pelis con ritmo lento, me hacen aburrirme o directamente cerrar los ojos.
      Saludos!

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  2. Tiene que ver, al menos en parte, con que el cine refleja la moral imperante. Esta permite que las armas sean objeto de negocio y lucro, objeto explícito. El sexo, sin embargo aún pertenece a la esfera de lo prohibido (porque se hace negocio con él de igual manera), un punto intermedio entre un aspecto y otro sería el tratamiento que se le da a las drogas en el cine, ahí encontramos más variedad. En fin, esto que menciono es solo una opinión intuitiva pero los factores son muchos y variados, se me escapan.
    Estoy muy de acuerdo con esa intención que remarcas en tiene la película: quiere señalarnos esa otra violencia, una que no está caricaturizada y que se nos escapa de las manos, esa de la que todos huimos (no hay más que ver por ejemplo el desaguisado y desconcierto de autoridades y ciudadano de a pie con la violencia de género, nadie quiere mirarla a los ojos, lo mismo sucede con esta película que nos habla de la violencia no física). A mí consiguió, con ese «truco» de no meter en plano la violencia explícita y con el uso de los sonidos (discordante, perturbador, inquietante...), despertarme una inquietud real, pude ver sufrir a los dos personajes, evolucionar, entender motivaciones y para nada quedarme con la sensación de que se me había contado otra película más de tiros.
    En definitiva, habilidad técnica, un motivo claro que contar y una ejecución llena de detalles y planos de alto simbolismo, hacen de esta película una experiencia recomendable. Iré atrás en la filmografía de esta directora, sin duda.
    Esta es una película que si se conecta con ella enseña, como dices en la reseña, algo que no suele ser tratado en ningún sitio: la violencia que ejercemos sobre nosotros mismos y el origen social de la misma. Solo por eso, por despertar esa reflexión, merece la pena.
    Un abrazo

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    1. Hola compañero,
      Creo que poco más que añadir a la reflexión que tú has hecho, que no haya escrito yo ya, y para no parecer petulante, no voy a apuntillar nada más. Si acaso las gracias por comentar.
      Otro abrazo para ti!

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