El milagro de Dunkerque

by - julio 29, 2017


Christopher Nolan es un buen director. De hecho, es uno de los mejores de su generación. Y justo su última película, Dunkerque, estrenada el mes de julio, era una de las más esperadas del año, si no la que más. Tras ser el responsable de varias joyas del cine más reciente, como Memento (2000), la trilogía de Batman  (2005-2012) previa a todo este universo de DC u Origen (2010) -por citar algunas- se ha animado con una película de cine bélico. Sin embargo, y aunque ha sido aplaudida por gran parte de la crítica y el público, tal vez la veneración exagerada hacia su obra, ha pasado por alto algunos detalles de la película, un poco innecesarios. Así qué, estamos ante la película más autocomplaciente del director inglés?



Dunkerque está basada en un hecho histórico real y no tan agradable de recordar como otros episodios bélicos de la Segunda Guerra Mundial. Básicamente porque estamos hablando de un conjunto de errores militares por parte de los aliados, que si bien no podría llamarse derrota tal cuál, si fue un gran fracaso para el Ejército Aliado. Resumiendo un poco. Una gran cantidad de tropas inglesas y francesas se vieron acorraladas en la costa francesa colindante con Gran Bretaña porque no tuvieron tiempo de reaccionar y evitar que Hitler invadiera Francia con su ejército. Debido a ello, los alemanes los rodearon en las playas de la ciudad francesa de Dunkerque y los Aliados quedaron a merced del ejército alemán, hasta que sucedió lo que es conocido como el "milagro de Dunkerque" y que viene a ser lo que se narra en la película, más o menos.



Precisamente es la narración lo que se va a desgranar aquí, no el episodio bélico, pero es necesario situar al lector. Christopher Nolan conoce la historia que cuenta, o al menos, cómo la cuenta. Su cine tiene un estilo muy característico con algunos elementos que se han ido repitiendo como una constante en sus historias; desde las explicaciones excesivas que tanto molestan, hasta la poca presencia o fuerza de personajes femeninos en casi todas sus películas. Dunkerque no es una excepción, sobre todo en el último punto, quizás excusado con ser una película bélica ambientada en una época en la que las mujeres poco o nada tenían que hacer en el campo de batalla, salvo en el papel de enfermeras o cuidadoras. Aquí esa idea se repite, reduciendo el papel de la mujer a apariciones esporádicas como figurantes, prácticamente.

El problema de Nolan en esta película, es que parece que es consciente de saber lo que su público está esperando que dé. La manera en la que está montada (y por tanto suponemos que su origen estaba en el guión) entrelazando una historia más o menos lineal desde diferentes puntos de vista, pero utilizando el montaje paralelo y fragmentando el tiempo, parece más un recurso para hacer la película más original de lo que en realidad es. Muchos podrán aplaudir esta idea precisamente porque no es algo tan utilizado en este tipo de películas, en el género bélico, y de hecho, también el argumento no es al uso, no se retrata el episodio histórico de una manera épica o como se suelen rodar películas bélicas. Se opta por historias de personas, humanizando el conflicto y logrando de una manera mucho más sencilla, que empatices y entiendas el agobio o la ansiedad por la constante sensación de peligro que representa vivir una guerra. 

Fionn Whitehead, el actor protagonista de Dunkerque
Fionn Whitehead, el actor protagonista de Dunkerque

Aquí no hay intensas historias de amor entre soldados y enfermeras, o grandísimas batallas a campo abierto. Por no haber, no hay ni enemigos al uso, los alemanes se convierten más bien en un peligro, una amenaza constante y latente que no sabes cuando va a atacar. Así se evita el personificar al enemigo y por tanto, deshumanizarlo, sin necesidad de ponerle rostro, sabes que es algo que está ahí escondido, agazapado para hacer daño, y que en cualquier momento puede atacar y matarte. Con esa idea, que ciertamente es innovadora, es a la que juega Nolan en este aspecto.

Pero luego recurre a la autocomplacencia. No hay una razón que justifique la manera de contar Dunkerque tal y como la cuenta él. Tal vez no necesite justificación y simplemente sea una decisión de estilo narrativo, pero de esa manera queda precisamente gratuita, al no haber una razón de peso para narrar una historia lineal de manera desordenada. Lo que le hace tener la idea de querer ser más complicada de lo que es, quizás por asociar el concepto de que cuanto más difícil de entender sea una película, mejor tiene que ser, cuando no es necesariamente lo mismo.

Uno de los barcos civiles que acude a rescatar a los militares en Dunkerque, capitaneado por Mark Rylance
Uno de los barcos civiles que acude a rescatar a los militares en Dunkerque, capitaneado por Mark Rylance

Que no se malinterprete. Dunkerque es una buena película, toma decisiones arriesgadas en cierto sentido, y no es cine bélico al uso. Se nota que Christopher Nolan maneja los recursos con los que cuenta y es un excelente narrador, y tal vez por esa necesidad innecesaria (con toda la contradicción del mundo) de impresionar o querer ser original en su nueva película, ha pecado de pretencioso, con la intención hacer más complicada una historia sencilla, que es igual de emotiva contada de un modo u otro. Y ese es otro de los problemas que suele tener el cine de Nolan. Sus historias, si bien algunas son más humanas que otras, pecan también de ser demasiado frías, demasiado artificiosas en cuanto intenta jugar con los sentimientos del espectador para tocarle la fibra. 

Interstellar (2014) aunque era una película de ciencia ficción, era también la historia de amor entre un padre y su hija. Es y ha sido hasta ahora, la película más humana de Nolan, y puede que sobre todo a la intensa interpretación de un Matthew McCounaghey en estado de gracia, ya que el actor tejano hacia un tour de fource con su papel. Dunkerque tiene varios personajes con una historia que contar, y el propio desenlace de la trama principal es el que te emociona, no el que tiene que ver directamente con cómo terminan las diferentes tramas que se entrecruzan. Parece que Nolan hubiera decidido prevalecer antes la forma que el fondo, y eso es muy peligroso, porque si logras sorprender al espectador, has cumplido con tu cometido, y en eso Nolan es muy bueno, pero si empiezas a abusar de los mismos recursos en una película tras otra, antes que darle importancia a la historia y a los personajes, puedes perder el interés del público.

Christopher Nolan dirigiendo a Harry Styles, Aneurin Barnard y FionnWhitehead
Christopher Nolan dirigiendo a Harry Styles, Aneurin Barnard y Fionn Whitehead

Además, los actores son meramente anecdóticos, casi que son más interesantes los menos conocidos por el gran público (actores noveles como Fionn Whitehead) que los grandes nombres tipo Tom Hardy o Kenneth Branagh. La aparición de Harry Styles podría haber sido interpretada por otro actor, no aporta nada en especial que sea el ex-miembro de One Direction uno de los personajes, salvo por perder su imagen de chico bueno asociada al grupo y al target del mismo.

Dunkerque se ha ensalzado demasiado. Se la ha catalogado de obra maestra, y Nolan tiene películas infinitamente mejores y más redondas que la que nos ocupa. No arriesga y tira de recursos que ya se están empezando a asociar a su narración (el montaje fragmentado, pocos personajes femeninos, etc). Por citar dos ejemplos, Steven Spielberg que ya visitó la Segunda Guerra Mundial en un par de ocasiones, arriesgó más en su manera de contar esas películas, que rompían con todo su cine hasta ese momento, que el propio Christopher Nolan. Intentando explicar el caso: Salvar al soldado Ryan (1998) y La lista de Schindler (1993) innovaron más dentro del género en el que se podían englobar (bélico e histórico respectivamente) que la película de Nolan, que mucho me temo, no pasará a los anales de la historia del cine como si pueden ser las dos mencionadas de Spielberg. 

Toda la fotografía en blanco y negro de La lista de Schindler, con esa violencia constante y utilizada como un recurso estilístico, quizás justificado o no, pero que era perfectamente defendible. El uso del blanco y negro para transportar a la época en la que estaba ambientada la cinta y para ocultar el color de la muerte y la sangre del holocausto judío. O la manera de narrar el ya mítico desembarco de Normandía en los primeros minutos de Salvar al soldado Ryan, que es un portento de montaje, sonido y ambientación, pocas veces se han vuelto a ver escenas así.

Al final, Dunkerque es una película que te sorprende cuando la ves, y que tiene un manejo del tempo narrativo incuestionable, pero cuando le ves las costuras, no es más que una película muy bien hecha pero sin mucho más. Y por eso no será tan recordada como otras del director que sí supusieron un impacto mayor en el cine. Memento, El caballero oscuro u Origen, por mencionar tres de los ejemplos más conocidos, son precisamente conocidos porque rompieron un poco con el arquetipo de blockbusters en algunos casos, y con otros de la forma narrativa. Sorprendieron porque era nuevo, Dunkerque ya no puede sorprender igual tras el primer visionado, porque has entendido el truco. 

Instante de La lista de Schindler (1993) con la famosa niña del abrigo rojo
Instante de La lista de Schindler (1993) con la famosa niña del abrigo rojo

Parece que Nolan se haya vuelto autocomplaciente, que le basta con utilizar los recursos de la mayoría de sus películas, porque sabe que van a gustar a gran parte del público, y que los tiene ganados sin necesidad de esforzarse mucho y con una buena campaña de publicidad, que ha sido exagerada. Y por supuesto, esas opiniones tan positivas que no hacen si no elevar el hype en exceso, también son exageradas.

XOXO SoldieRyan

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