Música en el cine, by Bay Driver

by - julio 11, 2017


Primero me gustaría disculparme. Con vosotros, y conmigo. He estado dos semanas que debido a motivos puramente personales, no he tenido tiempo primero, y ganas después, de ponerme a escribir algo para el blog. Y esto al fin y al cabo, lo hago tanto para mí, como para vosotros, y se me había olvidado un poco el porqué. A principios de este mes he empezado una nueva etapa en mi vida, entre forzado y de manera voluntaria podría decirse, y esto implica que a pesar de que se cierre una puerta, se abran ventanas, o eso dicen. Es curioso, pero a veces los cambios dan miedo, porque asusta todo lo que puede venir, no controlar lo que pase. De todos modos, es precisamente en esos momentos cuando toca ser valientes, cuando hay que seguir adelante. Esta semana, un amigo que conocí a través del blog, me aconsejó  "en tiempos de desolación, no hay que hacer mudanzas", y pienso que tiene mucha razón. Debo agradecer a Baby Driver, estrenada el pasado viernes 7 de julio, la excusa para volver a ponerme frente a esta página, y redactar un post. 
La película es una entretenida cinta de acción, protagonizada por Ansel Elgort (la saga Divergente o Bajo la misma estrella, 2014)en el papel de Baby, el personaje del título, que se dedica a conducir un coche en fugas de los atracos junto a la banda de ladrones para la que colabora. Hasta aquí, podría parecer una película de atracos más, pero el punto que marca la diferencia en esta película (o al menos, uno de ellos) es precisamente el personaje protagonista: Baby está constantemente escuchando música, y la sincroniza a la perfección con sus locas persecuciones en coche. Excusa que utiliza Edgar Wright, el director, para convertir Baby Driver en una especie de musical involuntario. 



Pues bien, es la música de esta película (y del cine en general) de la que quiero hablar. Precisamente en Baby Driver la película sirve para guiar el montaje de las escenas, es decir, es el leit motiv sobre el que las imágenes se van sucediendo en pantalla para conseguir marcar un ritmo predeterminado a cada secuencia. Esto se suele lograr en la sala de montaje, conectar de tal manera el sonido (en este caso, la música) y las imágenes para que combinen y den como resulado set pieces brillantes a nivel audiovisual. En un texto anterior, hablé de la importancia del sonido en el cine, y no sólo de las imágenes.

Por fortuna, la mayoría de nosotros no tiene pérdida de visión o ceguera, y puede disfrutar completamente de la experiencia inmersiva de ir al cine, donde todos los sentidos, pero sobre todo y por encima de los demás, la vista, juega un papel clave para poder apreciar la película en su espléndida magnitud. Sin embargo, la música y el sonido son algo que están ahí, de fondo prácticamente en todas las películas, pero a lo que no se le suele echar tanta cuenta, salvo cuando por méritos propios, brilla como las imágenes que se muestran ante nuestros ojos.

Grandes bandas sonoras forman parte de nuestras vidas, y podría hacer una lista casi interminable también, para demostrar que sí, que realmente muchos le damos la importancia que merecen el sonido y la música. Pero yo hablo de otra cosa, yo me refiero a cuando la música directamente sirve para contar lo que se está viendo. Es decir, los casos en los que tanto imagen como sonido, tienen la misma importancia. Y Baby Driver es el mejor ejemplo. 

Pero no el único, y ciertamente lo que hace diferente a la cinta de Wright de otras películas de acción o del cine en general, es ese particular estilo para combinar imagen y audio, de manera que brinda secuencias que por ejemplo, sin la música que suena, perderían todo el sentido. ¿Que serían de los míticos planos iniciales de El último mohicano (1992) sin esos míticos acordes de Trevor Jones sonando de fondo? ¿O la carrera en la playa de Carros de fuego (1981) sin la sintonía que compuso Vangelis para la ocasión? Imágenes sin poder, simplemente imágenes. Incluso el montaje perdería todo el sentido, ya que no se entendería muy bien porqué se cuenta de esa determinada manera, y no de otra.



La cámara lenta, suele ser un recurso cinematográfico muy utilizado, y se combina muy habitualmente con una música determinada para enfatizar la importancia de esa escena. Imaginad cualquier escena a cámara lenta de una película que os venga a la mente, son sonido ¿cómo la veis? Ridícula? Una de las partes más celebradas de X-Men Apocalipsis (2016) -y de su precesora, Días del futuro pasado, (2014)- es justamente la que protagoniza Evan Peters, usando su poder mutante de correr a la velocidad del sonido, con canciones ochenteras de fondo. Todo a su alrededor se ralentiza. Por un momento, si le quitamos la canción escogida para la secuencia, perdería gran parte de su valor, ya que sería una escena de efectos especiales, pero sin la gracia que la hace ser diferente, o divertida.



Me viene a la cabeza, sin irónica referencia, la escena de la destrucción de cabezas en Kingsmen (2015), donde combinando una escena aparentemente desagradable como es el hecho de que te explote el craneo, con un poco de música clásica de referencia, y gracias a la magia del montaje, se crea toda una secuencia audiovisualmente espectacular. Pero es que Matthew Vaughn también tiene talento.



Son solo una muestra de algunos casos donde la música tiene tanta o más importancia que la imagen en sí. Es evidente que el cine es sobre todo imagen en movimiento, pero el poder combinar esas imágenes en constante movimiento, con música, permite realizar auténticos momentos que son oro puro para nuestros ojos y oídos. La perfecta combinación entre ambos elementos, brindan momentos de cine inolvidables. 

Quizás me he puesto un poco épico en la explicación, pero quería que se comprendiese realmente lo que ha logrado Wright con su película. Luego Baby Driver tendrá un guión mejor o peor, o un ritmo más o menos regular que logra mantener durante la mayor parte del metraje, pero lo que es innegable, es el talento del director para sacar escenas que son una maravilla audiovisual. En películas como Escuadrón Suicida (2016), que ya di unas pocas razones para no verla en la página, se presumía de una excelente selección musical en los avances que se presentaban para promocionarla, que luego durante el metraje quedaba simplemente como música de acompañamiento, nada más.



Baby Driver demuestra (como otros muchos casos) que realmente la música puede aportar algo más que un sonido de fondo que enmascare los errores de la película, puede ser utilizada como un recurso para darle aún mucho más valor, o directamente para cambiar una secuencia y pasarla de pobre a excelente. 

Es cierto que a veces, la ausencia de música hace más impresionantes, viscerales o desgarradoras, algunas escenas. No todo tiene que ser abusar de la música como única herramienta para lograr escenas memorables, también se puede hacer con la ausencia de esta, para únicamente con la imagen o el sonido tal cuál de ese momento, cree momentos únicos, pero son estos casos los que yo quería comentar.

Está claro que el cine tiene que ser una experiencia completa, y poder disfrutar de películas que tienen esto en cuenta como Baby Driver, es una delícia. Si no la habéis visto, ¡ya estáis tardando!

XOXO SoldieRyan


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2 comentarios

  1. Hola Adonai,
    Me alegro de que estés de vuelta. Esta peli de la que hablas, tengo muchas de verla. Me apetece ver algo diferente. Porque últimamente el cine cansa viendo tanto remake. En cuanto la visione, pasaré a comentarte con calma.

    ¡Un saludo!

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    Respuestas
    1. Hola Éowyn, gracias por los buenos deseos. Espero que te guste, yo la disfruté mucho :) De lo más interesante del verano.

      Nos vamos leyendo!

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