Placeres culpables: Acero puro

by - junio 06, 2018


cartel promocional acero puro 2011

Me gustan los robots, creo que no es ninguna novedad si uno ojea mis placeres culpables. Lo mismo que me gustan los blockbuster, si uno también mira esa sección. Hay películas, que por la razón que sea, se te quedan grabadas. Alguna de las principales razones, es que te emocionen y otra, que te haga pasar un buen rato. Por ambas cosas, Acero Puro (2011), es uno de esos placeres culpables. ¿La defendemos?



Acero puro es una peculiar mezcla entre película familiar y ciencia ficción, una combinación de géneros que quizás en otros casos no funciona muy bien, pero aquí todo encaja a la perfección. Incluso el punto lacrimógeno, que a veces es peligroso, está perfectamente medido. De hecho, algo bueno tuvieron que verle al guión para rodar Acero puro, porque dos de los productos ejecutivos que están detrás de la historia son Robert Zemeckis y Steven Spielberg, ahí es nada.

Gran parte de culpa de que la película funcione, se la debemos al gran Hugh Jackman. El australiano, que fue descubierto por suerte para la humanidad en el 2000, con su primera encarnación como Lobezno en la fundacional X-Men (id). Jackman tiene un carisma, que, aunque la película tenga un guión mejorable, es capaz de levantarla y hacerla entretenida. Esa capacidad muy pocos intérpretes la tienen.

Pero en Acero Puro no es solo el carisma del actor lo que la convierten en una joya reivindicable, hay mucho más. Uno de esos elementos es el acabado técnico de una película que tiene más de 7 años, y que luce perfecta y creíble aún tantos años después. Me imagino que este es uno de aquellos casos en los que el CGI está al servicio de la historia, y no al revés. De hecho, diría que algunas de las películas de Marvel, que son algo así como la referencia en lo que a efectos especiales se refiere, lucen peor que Acero Puro.

Uno de los combates entre el robot protagonista, Noise-Boy (izqda) y Zeus, el campeón (dcha)
Uno de los combates entre el robot protagonista, Atom (izqda) y Zeus, el campeón (dcha)
También ayuda que los actores se tomen -más o menos- en serio lo que están contando. La película está protagonizada por Hugh Jackman y por un chaval que, contra todo pronóstico, no resulta cargante ni desagradable; Dakota Goyo, pues actúa bien y resulta creíble. La química entre ambos es el eje sobre el que funciona toda la trama, y hubiera sido un desastre que no conectasen. Pues bien, aquí eso no sucede, ya que incluso las escenas más paternalistas, resultan emotivas si te pillan con la guardia baja.

¿Alguien sabe de qué va Acero Puro? He hablado de robots, pero no he dicho nada más. Podría resumirse con la siguiente frase: peleas de boxeo entre robots. Es un punto de partida alocado, y que puede sonar ridículo, pero los detalles de este mundo no demasiado futurista -se supone que está ambientada unos 10 en el futuro- la hacen muy real. Pequeños apuntes en el día a día que muestra la película que dejan ver que es un futuro más que posible.

El punto de partida es que, debido a la violencia asegurada en los combates de boxeo entre hombres, se ha decidido substituir a estos por máquinas, para quitar el contenido que pueda incomodar al espectador, como la sangre y demás, así nadie corre peligro. Pura corrección política tan presente en estos tiempos. Jackman interpreta a Charlie Kenton, un exboxeador retirado, que debe hacerse cargo de la custodia de un hijo que no sabía que tenía, Max. El chico resulta ser un aficionado muy puesto en todo el mundillo de los combates entre robots.

La relación entre ambos, pasa del más absoluto interés económico de Jackman, por finalmente reconocer a su hijo y tener un final que le redime convirtiéndose en un padre de verdad para el retoño. Toda esta carga emotiva está muy bien llevada durante la trama, ya que no se abusa de ella. Es fácil conectar con los personajes porque son bastante cercanos, y eso ayuda a que nos interese lo que nos cuentan.

Hugh Jackman enseñando al robot Atom ante la mirada de admiración de su "hijo" Max (Dakota Goyo).
Hugh Jackman enseñando al robot Atom ante la mirada de admiración de su "hijo" Max (Dakota Goyo).

El director Shawn Levy no parecía ser la mejor elección para una película así, ya que sus referencias no sonaban demasiado halagüeñas, pues era el responsable de la trilogía de Noche en el museo (2006-2014) o el prescindible remake de la Pantera Rosa (2006). Sin embargo, para sorpresa del personal se desquita y las escenas de acción, que son la estrella de la película, son combates de robots mucho más claros que cualquier escena de acción de la saga Transformers. El director no busca epatar al espectador, empacharlo hasta que no pueda entender nada, o saturar la pantalla de cosas, muchas cosas. 
Aquí lo que se busca es que los combates nos interesen, y como cualquier película del género, los robots llegan a parecer humanos. El robot que acompaña a padre e hijo, Atom, es un robot sparring, que se encuentran por casualidad. Pues bien, hasta al robot en cuestión se le coge cariño, tiene mérito. Optimus Prime en Transformers ya viene con el cariño precedido de años y años de juguetes y series de animación, partía con ventaja.

Seamos claros; Acero Puro no es ninguna obra maestra, es una película familiar y de acción, con una estrella conocida como protagonista. Pero a veces, menos es más y cuando se hace algo sin pretensiones y con cariño, tiene todas las papeletas para funcionar. Puede parecer una película más, y tal vez lo sea y mi mente me juegue malas pasadas. Pero tiene un nosequé, esa capacidad para tocar la fibra cuando tiene que tocarla, actores metidos en sus papeles y una historia muy bien ambientada. Además, el punto de partida de la trama es por lo menos original, no es otra secuela, precuela, remake o reinicio de una historia ya contada. Pedimos originalidad constantemente y cuando nos la dan, a veces, no sabemos apreciarla.

Otro de los combates que pueblan la película Acero Puro
Otro de los combates que pueblan la película Acero Puro
Durante un buen tiempo se rumoreaba con la posibilidad de hacer una segunda parte de Acero Puro. Sinceramente, yo espero que no, ya que no tengo claro que todos los elementos que se combinaron a la perfección para crear esta pequeña joya vuelvan a funcionar, mucha suerte habría que tener. Y la historia tampoco creo que dé para una segunda parte, tiene un inicio y un cierre perfectos y está más que bien contada, con todas sus tramas cerradas. Esa es otra de las bondades de la película, pues es honesta y no intenta crear expectativa con un final abierto.

Muchas veces nos preguntamos por qué ciertas películas que están hechas con la idea de ganar millones -y cuestan millones- no se convierten en un éxito. Quizás el problema sea ese mismo: que están pensadas para amasar millones porque se ha invertido mucho dinero. Al final este tipo de películas terminan más por ser un producto, que una historia que realmente quiera contar algo. Acero Puro es justamente eso: una historia que quiere contar algo. Lo hará mejor o peor, con más o menos acierto, pero no engaña a nadie. Es un blockbuster que no es necesario, pero sí que es original y tiene ciertos elementos que consiguen tocar la fibra al espectador en su historia.
A veces, no necesitamos nada más.

XOXO SoldieRyan

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3 comentarios

  1. Uoooo, está se me había pasado, con lo que me gusta a mí un robot vestido de lagarterana. Y estoy muy de acuerdo en lo de la originalidad.

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