El Rey León: lecciones de vida de un clásico de Disney

by - junio 27, 2018

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Muchas veces las películas no son lo que parecen a simple vista. O sí, pero también tienen más trasfondo. Las películas de animación, o mal llamadas películas infantiles, pueden esconder lecciones para los mayores, que cuando uno se toma el tiempo de revisionarlas tras el paso de la infancia a la edad adulta, pueden tomar matices muy diferentes. El Rey León (1994) es uno de los grandes clásicos de la historia del cine de animación en particular y del cine en general. No sólo por su historia -una clara copia de la de Hamlet- sino por todo el trasfondo y las sorprendentes y maduras lecciones que uno puede extraer tras verla. ¿Quieres descubrir qué te has perdido de El Rey León?

Disney venía de encadenar éxito tras éxito en el cine de animación, viviendo una época dora, que si bien es cierto, estaba a punto de terminar. Tras los rotundos taquillazos -y el hecho de haberse convertido casi de manera instantánea en clásicos del cine- de La sirenita (1989), La bella y la bestia (1991), Aladdin (1992) o esta misma, El Rey León, pocos pensarían que se le acabaría el combustible apenas unos años después, con los últimos coletazos de los noventa.

Pero no es este caso, ya que la historia del heredero a Rey de la Selva, que fue desterrado por su propio tío y vagó hasta hacerse un adulto para volver a casa y reclamar el trono de su padre, es todo un compendio de virtudes y de personajes carismáticos. Es el perfecto ejemplo de que a veces, los animales son más humanos que las personas. Simba es el trágico héroe que inicia un viaje de redención tras el asesinato de su padre, y por el camino, los espectadores aprendemos junto a él. Habrá spoilers a continuación, pero supongo que es absurdo preguntarse quién no ha visto El Rey León, ¿no?

El pasado puede doler, pero hay que hacerle frente

La lección más importante que aprende Simba, tras estar huyendo durante toda su juventud de la muerte de su padre, es que en realidad ese hecho le pesaba. El mono Rafiki (un auténtico maestro que todos hubiéramos querido en nuestra vida) le enseña a Simba que el pasado puede doler, y no importa cuánto duela, porque al final, siempre te tocará afrontarlo.

Puedes estar escapando de lo que te ha pasado, pero sólo cuando lo comprendas y aceptes, estarás preparado para seguir adelante y no condicionado por lo que viviste y te marcó en un momento determinado. De lo contrario, nunca podrás avanzar y siempre tendrás esas piedras en la mochila de la vida.
En el caso de El Rey León, Simba había evitado afrontar la muerte de su padre, Mufasa, que vio con sus propios ojos como moría asesinado por su tío, Scar. Este hecho traumatizó al pequeño Simba, que avergonzado, se exilió de su reino hasta que estuvo preparado para afrontar el trauma y sanar su herida de la infancia.


Eres quién crees que eres

Si crees que no puedes vencer al miedo ni al pasado, no podrás. Henry Ford tenía una frase (tiene muchas) para esta ocasión:
"Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto".
Simba venía condicionado por un trauma y toda una serie de reglas impuestas por su familia y del reino del que procedía, pero cuando conoce a Timón y Pumba, estos le enseñan a comportarse como uno de ellos, perdiendo por tanto su esencia de león por el camino, o directamente, olvidándose de sus fortalezas. De esta manera, aunque logra dejar atrás -temporalmente- todo lo que arrastraba, no deja de ser una versión diferente de quién es él. A veces no es recomendable que te conviertas en una persona despreocupada y alegre, aparentemente, si olvidas quién eres en realidad, ya que no sabrás de lo que eres capaz.

Y no olvides quién eres en realidad

Esto va enlazado con lo anterior. Por la vida y con los años, para no afrontar ciertos problemas o traumas que nos han sucedido cuando eramos más jóvenes e inexpertos en el arte de vivir, podemos ponernos corazas y escudos -metafóricos- para protegernos de los demás, o simplemente adaptarnos al ambiente.

Esto no es tan malo, ya que hay que sobrevivir entre tanta gente, y más en un entorno tan hostil como es la selva en El Rey León. Pero si por el camino te pierdes entre la gente que tienes a tu alrededor, terminarás por no conocerte y no sentirte capaz de afrontar esos problemas que has evitado, porque ni siquiera sabes de lo que eres capaz.
Por eso, Simba debe recordar quién es y de dónde viene para poder volver a su hogar y reclamar el trono que le corresponde como hijo del rey, su difunto padre.


No te preocupes (Hakuna Matata)

No siempre tienes la solución a los problemas. A veces aparece cuando menos te lo esperas, sin tú tener que hacer nada, o los demás te pueden ayudar. Para los momentos en los que no disponemos de las herramientas, las capacidades o simplemente, el nivel de consciencia necesarios para afrontar y superar los obstáculos de la vida, no sirve de nada que nos preocupemos. Darle muchas vueltas a las cosas o vivir condicionados por una decisión que no terminamos de afrontar no sirve de nada. 

Tenemos dos opciones: amargarnos o disfrutar del camino. Lo recomendable es lo segundo, ya que al menos, el tiempo que pases hasta que estés preparado para afrontar esa situación, lo habrás vivido con intensidad. Y de hecho, quizás hasta estés más fortalecido para enfrentarte a aquello que creías que no podías ni sabías cómo.

El famoso lema de la película "Hakuna Matata" viene a defender precisamente esta idea, "vive y deja vivir", y sobre todo: "ningún problema, debe hacerte sufrir". Sufrimos porque pensamos demasiado y no le vemos la solución a un problema. Y lo más sencillo en ocasiones es saber reposar el problema, que madure, sin darle excesivas vueltas, y la solución vendrá sola, ya sea por nuestra parte, o de manera externa. Toda la canción en sí misma, es prácticamente una regla para vivir en paz.

Esto es más sencillo de decir que de hacer, y normalmente se aprende tras alguna situación límite que te ha llevado a sufrir en exceso y darte cuenta que vivir bajo esos pensamientos, no te ha aportado nada positivo. Incluso en esos momentos, es cuando hay que extraer la lección, toda crisis tiene un aprendizaje positivo que nos acercará más a quién somos en realidad.



Los amigos pueden ser de cualquier forma y tamaño

Si estás acostumbrado a moverte con la misma gente, en los mismos ambientes y por los mismos lugares, puede que te canses de encontrarte con el mismo tipo de personas. Y de hecho, puede que hasta no encajes en esos ámbitos, pero por comodidad o por miedo, te quedas en una zona de confort.

Si empiezas a abrirte a conocer gente fuera de tu entorno habitual o te empiezas a mover en ambientes relacionados con temas que te llamen a nivel personal, te sorprenderá la gente que puedes conocer y que estarán en sintonía contigo y con tu momento actual, pero hay que atreverse.

Simba conoce a Timón y Pumba, dos animales que aparentemente no se moverían en los ambientes en los que el pequeño príncipe se movía, pero los descubre gracias a caer en la jungla y salir de su estepa africana habitual. Y de hecho, estos dos amigos le aportan muchas más cosas que le sirven para la vida. Cuando salimos de nuestra zona de confort, nunca volvemos a ser los mismos.



No olvides quién es tu familia

Y sobre todo, aunque evoluciones, cambies, crezcas, madures o aprendas, no olvides nunca de dónde vienes y quién es tu familia. No se trata de que te condicione, sino de que no olvides tus raíces ni reniegues de ellas, porque sino estarás negando una parte de ti mismo, y eso te puede hacer, además de vivir perdido, sentirte enfadado con la vida. No hay nada peor que no aceptar quién eres y quién es tu familia.

Sólo cuando Simba comprende quién es y quién es su padre, entiende que tiene que volver y afrontar aquello de lo que estaba huyendo, porque al fin le encuentra un sentido a su vida. De lo contrario, hubiera seguido evadiéndose junto a Timón y Pumba, pero sin ser realmente él mismo, y tarde o temprano, se hubiera sentido vacío.


Como se puede ver, El Rey León contiene lecciones que los niños quizás no entiendan cuando ven la película, pero incluso a los adultos se nos pueden escapar. No hay que despreciar el poder que tiene el cine de animación para, correctamente trabajado, transmitir valores que pueden ser muy útiles tanto para adultos como para niños.
Y a veces, es recomendable recuperar ese niño interior para darnos permiso para disfrutar de historias como esta, y además, aprender cosas nuevas. 

Adonai

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