Merlí: Nuestra segunda familia

by - agosto 01, 2018

plantilla de actores de Merlí en la primera temporada

La sensación de vacío -que ya he comentado en alguna que otra ocasión- que nos queda tras terminar una serie, seguro que se hace muy familiar para muchos. He puesto el ejemplo de Merlí, porque acabo de terminar de verla al momento de escribir este artículo, pero todos y cada uno tenemos muchos ejemplos, estoy seguro. Cómo consiguen, a través de una ficción, que personas a las que no conoceremos nunca, porque realmente no existen, se conviertan en parte de nuestra vida, de nuestro día a día, y logremos conocerlos más que a muchas de las personas con las que sí compartimos la vida.

El viaje del héroe en el cine

La ficción es maravillosa, y el cine también. No me cansaré -espero- nunca de compartir en esta página el gran potencial del séptimo arte para transmitir historias, mensajes, valores y emociones que pueden cambiar la vida de las personas. Pero con las series, pasa algo completamente distinto. Lógicamente el actual concepto del cine como franquicia, en muchas sagas, hace que los personajes se conviertan en familiares, y que año tras año o cada dos o tres años, se estrenen aventuras cinematográficas que nos traen de vuelta a esos personajes que tanto nos gustan. Ejemplos, los hay montones: El señor de los anillos, Harry Potter, A todo gas o Los Vengadores, historias protagonizadas por personajes que en muchos casos, ya son parte de la cultura pop. Sin embargo, el tiempo de espera entre una película y otra de la saga, no permiten que nos familiaricemos tanto con estos.

Momento de la tercera temporada dónde se le rinde homenaje a Merlí, el profesor de filosofía
Momento de la tercera temporada dónde se le rinde homenaje a Merlí, el profesor de filosofía

En cambio, las series tienen la ventaja de que el tiempo de espera entre capítulo y capítulo, se hace mucho menor, pudiendo gracias a plataformas como Netflix, ver un capítulo tras otro. También hay algo más que destacar, aunque esto quizás es un punto que puede ser más una opinión personal. Muchas de las sagas cinematográficas comentadas como ejemplo en el párrafo anterior, son de fantasía o ciencia ficción, o aunque están ambientadas en nuestro mundo, las cosas que suceden son simplemente imposibles o están fuera del alcance de muchos de nosotros. Este componente, aunque permite disfrutar de aventuras que tan sólo podríamos hacer realidad en nuestros sueños, tal vez marca un poco de distancia, y sobre todo, se diferencia de las series.

La conexión con las series

Está claro que hay series de todo tipo, pero al menos en mi caso, muchas series se han convertido en parte de mi vida, de mi familia, porque los personajes son cercanos, humanos y podrían ser amigos, familia o compañeros de clase o de trabajo, podría conocerlos por casualidad. Esta cercanía, los aleja de todos esos superhéroes o personajes de fantasía, con o sin poderes, que se convierten más bien en un ideal en muchas sagas de cine. En las series, en cambio, la ubicación y el momento en el que pasan muchas de las series que me han marcado, lo que tenían en común eran la cercanía. 

Plantilla de algunos de los profesores de la escuela Àngel Guimerà, donde suceden muchos de los hechos de Merlí
Plantilla de algunos de los profesores de la escuela Àngel Guimerà, donde suceden muchos de los hechos de Merlí

Independientemente de que haya auténticos hits en el panorama televisivo que se alejan sustancialmente de la realidad, como Juego de Tronos o Stranger Things, al final, lo que los hace interesantes, es que muchas de las emociones que sienten, las hemos sentido nosotros. Los personajes en una serie, se permiten evolucionar, tienen más recorrido, y se vuelven cercanos. En una película, por motivos obvios, el desarrollo existe pero está mucho más condensado para que el viaje del héroe encaje en la duración de la trama de la película, que suele ser de hora y media, o a lo sumo, de dos horas.

Esa continuidad en nuestras vidas, nos hace quererlos, y ver cómo su historia evoluciona y las cosas que les suceden les van cambiando, te une a ellos porque compartes sus alegrías, sus tristezas, sus miedos e inseguridades y todo el abanico de emociones y pensamientos que muchos de nosotros también hemos sentido o pensado. 

Merlí: una serie ejemplar en Netflix

Con Merlí, una de las series de TV3 (la cadena pública catalana) más exitosas, me ha pasado. Puede haber varias razones, como que he nacido en Cataluña y la serie en su versión original está rodada en catalán, por el ambiente y la temática de la serie, ubicada en una escuela de Barcelona (ciudad en la que paso la mayor parte de mi vida) o porque yo también he sido alumno y he tenido amigos y compañeros de clase, por lo que sea, pero hay diversas razones que me hacen sentirla como cercana.

Sin embargo, independientemente de estas razones tan personales y que tienen que ver conmigo, me parece que no es sólo una cuestión de que está pasada por mi filtro. La serie ha sido un éxito en muchos sitios, empezando por toda España para terminar en gran cantidad de países de Latinoamérica. Y en esos casos, hay una serie de argumentos geográficos que no comparten conmigo, pero ahí está el resultado de un trabajo bien hecho.



Los personajes en su mayoría -o al menos los que tienen más desarrollo- son adolescentes, los alumnos de una clase de la escuela Ángel Guimerà, de Barcelona. Luego también aparecen otros personajes, como los profesores de estos chicos, que sí es cierto que tienen una evolución, pero los cambios más evidentes se ven en los chicos. La adolescencia es una etapa complicada en la que muchos tenemos problemas para relacionarnos, para encajar o para tener claro lo que queremos hacer en nuestro futuro. 

Merlí tiene varios elementos que podrían introducirse en cualquier culebrón, y bien es cierto que el tema de las relaciones personales que se establecen entre los chicos puede ser el tema más flojo o el más "fácil" porque es el gancho de otras series de menor nivel. Pero Merlí no sólo habla del amor de una manera muy respetuosa, si no que se atreve con la diversidad y la libertad sexual con mucha naturalidad y frescura. 

La excusa argumental basada en que por la dinámica de la serie, en cada capítulo se hable de un filósofo, tema central de ese episodio, usando la filosofía del pensador en cuestión para explicar situaciones que tengan que ver con ejemplos prácticos de esta manera de pensar y de vivir, aplicadas a situaciones cotidianas. Porque no lo he dicho, pero el protagonista que da nombre a la serie es Merlí Bergerón (interpretado de manera magistral por Francesc Orella), un profesor de filosofía con unos métodos académicos bastante rompedores. Su manera de enseñar, hace que sus alumnos se replanteen muchas cosas sobre la vida, el amor, la muerte, la libertad, la sociedad, la política y un sinfín de temas más que harán reflexionar al espectador.



La cercanía que logran los personajes, ya en su primera temporada, es digna de elogio. Un trabajo de guión encomiable que logra que conectes con ellos casi desde el primer momento. Es cierto que muchos personajes pueden ser estereotipos como el bromista, el infantil, el chico raro, la amiga de la que ningún chico se enamora, la tía buena, el tío chulo de la clase, etc. Pero es justamente este estereotipo rompiéndose a sí mismo como pasa con muchos personajes la gracia de Merlí. No se queda sólo en mostrar el personaje esquemático siguiendo su comportamiento y actitud igual en toda la serie, si no que como personas reales, evolucionan de manera natural con los acontecimientos que le plantea la serie.

La naturalidad con la que los jóvenes actores escogidos para todos y cada uno de los alumnos de la clase, es otro de los puntos fuertes de la película. Todos tienen un papel individual e importante, y las sinergias y relaciones que se establecen entre ellos son muy interesantes, pero también tienen un papel global como clase, como entidad y como representación de la juventud crítica que está cada vez más presente en la sociedad.

Escena de uno de los capítulos más interesantes de la serie, cuando sucede una pelea entre jóvenes
Escena de uno de los capítulos más interesantes de la serie, cuando sucede una pelea entre jóvenes

La ficción como modelo de valores

Merlí quiere luchar contra todas esas ideas de una educación anticuada, en la que lo importante es que los alumnos salgan como de una cadena de montaje para intentar "encajar" en todo lo que la sociedad tiene pensado y preparado para ellos. Esos ideales que cada vez se están rompiendo más, gracias a los nuevos modelos educativos, buscando dar más importancia al cómo enseño y al qué enseño. La serie apuesta por todas estas ideas y lo consigue transmitir muy bien.

Pero como comentaba, el valor real de la serie es que estos chicos y chicas, sus familias y sus profesores, son la excusa para que el espectador se identifique con ellos y reflexione, al igual que ellos, para terminar llegando a las mismas conclusiones. La maternidad en la adolescencia, el acoso escolar, la muerte de un padre, la homosexualidad, la vocación académica, la necesidad de encontrar un trabajo, la aprobación familiar o el suicidio juvenil, todos ellos temas incómodos y que pocas veces se retratan de manera realista y que en Merlí, son contados y mostrados sin tapujos. Porque la mejor manera de contar algo, es mostrarlo sin filtros, sólo así se le da la importancia real.



Una serie que tendría que ser de visionado obligatorio por todos los adolescentes e incluso sus padres, y que los que ahora somos adultos, hubiéramos agradecido tener en su momento. Porque cuando eres adolescente, lo único que quieres es encajar y ser aceptado, y muchas veces la sociedad no permite que seas tú mismo. 

En definitiva, Merlí se ha convertido en mi familia durante los casi 3 meses que he estado con la serie. Actualmente puede encontrarse entera en Netflix, ya que la emisión de la serie terminó en 2017, tras el final de la tercera temporada. Y lo bueno, es que el cierre es definitivo, es decir, tal y como terminan todos los personajes, no deja pie a continuar con la misma. Eso es una muestra más de que es un producto pensado para reflexionar y aportar valor, y no para sacar dinero continuamente alargando las tramas sin necesidad y de manera aleatoria. No se me ocurre un mejor final para esta pequeña obra maestra de la televisión autonómica reciente.

Imagen con la que finaliza la tercera temporada y última de la serie, del plantel de actores de la clase al completo, junto a Merlí
Imagen con la que finaliza la tercera temporada y última de la serie, del plantel de actores de la clase al completo, junto a Merlí

Llorarás, reirás, sufrirás, disfrutarás con todos sus personajes. Llevaba un tiempo sin muchas ganas de compartir ni escribir nada en el blog, sin demasiadas ideas, y de hecho, pensaba darme un descanso del mismo, ahora que viene verano. Pero viendo el final de Merlí he sentido la necesidad de compartir aquí todas las emociones que se me han removido con la serie. Porque Merlí, en definitiva, es una serie que emociona.

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