Call me by your name: emocionar con el cine

by - abril 04, 2018


Desgraciadamente para muchos, Call me by your name no fue la máxima premiada en la edición 90 de los Oscars de la Academia de Hollywood. De hecho, ganó el de Mejor Guión Adaptado, que recayó en manos del gran James Ivory, junto a los otros dos guionistas del libreto, Ivory es el responsable de joyas del cine, sobre todo en los 90, como Lo que queda del día (1993). Pero hoy no quiero hablar de premios ni de cine de los 90, si acaso de la década de los 80, que es en el momento en el que está ambientada esta pequeña gran película. En un tiempo donde lo que se busca es normalizar de una vez a la comunidad LGTB, y todas las formas posibles de amar, Call me by your name es una película necesaria, tanto para el cine, como para la vida.

Quien tenga ciertos años, o haya vivido con cierta intensidad, tendrá alguna que otra historia de amor que contar. Los años suelen teñir de nostalgia nuestro pasado, y lo recordamos con cariño. Call me by your name es esa historia de amor que se vive en verano, cuando pasamos días y semanas en un tranquilo pueblo, sin mucho que hacer, salvo poder disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Eso es Call me by your name. Y sentimientos a flor de piel.




La película está basada en una novela de André Aciman, del mismo nombre. Hollywood ha realizado una obra que pocas veces suele regalar al espectador: una película pequeña, tierna, sincera y hermosa, en todos los sentidos de la palabra. Sin embargo, no voy a hablar de los valores cinematográficos y técnicos, que los tiene, ya que está llena de planos y de secuencias que bien merecen un aplauso y un sesudo análisis. Quiero escribir sobre esos sentimientos, de los que la película está llena. 

Call me by your name narra la historia de amor entre dos jóvenes judíos. Uno de ellos, Elio, un adolescente que está descubriendo su sexualidad y disfrutando del verano junto a su familia en la casa de la que disponen en un pueblo de Italia. El otro protagonista es Oliver, un joven que viene como estudiante a realizar una especie de campus universitario bajo las órdenes del padre de Elio, que es profesor. La relación entre ambos es lo que convierte a Call me by your name en algo único.

Armie Hammer en primer plano, con Timotheé Chalamet de fondo en una escena de Call me by your name
Armie Hammer en primer plano, con Timotheé Chalamet de fondo en una escena de Call me by your name
El amor es un tema que se ha idealizado en multitud de ocasiones, y pocas veces tenemos la oportunidad de ver una película donde se cuenta de manera sincera y honesta. Esta película es uno de esos casos. Toda la relación, desde el primer contacto, los primeros acercamientos y el enamoramiento progresivo por parte de Elio de Oliver, todo está contado de manera natural. La duración es de algo más de 2 horas, pero para nada se hace larga, ya que todo transcurre con sinceridad y honestidad, y para preparar una historia de amor como esta, no puedes forzar las cosas, ya que si no se consigue el efecto opuesto. 

Elio y Oliver empiezan a acercarse, hasta que terminan por abrirse el corazón el uno al otro, y entonces es cuando su relación se establece. Lo bonito -o trágico- de la historia, es que ambos saben que la homosexualidad es algo prohibido en esa época, sobre todo en un pueblo, y que su romance tiene fecha de caducidad. Cuando termine el verano, Oliver deberá volver a los EEUU y por tanto, no podrá seguir viendo a Elio. Por eso, todo tiene un final que se sabe, y hace que se sienta más intensamente, a pesar del ritmo pausado que el director, Luca Guadagnino, le da a la historia. Es todo un verano, donde se cuenta cómo se enamora un chico de otro chico, y cómo termina, contado en algo más de 2 horas. Incluso se hace corto.

Los protagonistas dando un paseo con la bicicleta por el pueblo
Los protagonistas dando un paseo con la bicicleta por el pueblo
Call me by your name es el ejemplo perfecto de cómo una película se puede sostener únicamente con sus personajes y sus emociones, sus sentimientos, sin necesidad de florituras ni giros de guión. Todo es tan cercano, sentimos a los personajes como nuestros, como personas a las que podemos llegar a conocer, porque se abren emocionalmente al espectador. Y porque al fin y al cabo, todos hemos vivido una situación parecida. 

Las relaciones románticas son un tema universal, y ese es parte del gran éxito que tienen estas películas entre los espectadores. Es sencillo identificarse con alguien enamorado, pero pocas veces de una manera tan honesta. Hay una escena de la película, hacia el final, en la que el padre de Elio, interpretado por el actor Michael Stuhlbarg (visto en La forma del agua, 2018) le da una charla a su hijo sobre las relaciones y la vida, que resume ambos conceptos de una manera maravillosa. Cómo habla con esa honestidad, con esa brutalidad de esas historias que se viven una vez en la vida, y que hay que aprovechar y vivir con intensidad, porque son trenes que no pasan más. El dolor desgarrador de una ruptura, y el poder de esos sentimientos, todo tratado en una conversación tan natural padre e hijo, que muchos querríamos aprender a hablarle así a nuestros retoños, o que nos hubieran hablado así cuando éramos adolescentes.

Esta es la escena en cuestión, en versión original subtitulada -como merece la pena ver la película-:



Esas comidas al aire libre, la chica que se enamora de ti, tu primera relación sexual, los largos paseos en bicicleta por el campo, esos primeros cigarrillos, conversaciones con tus padres llenas de amor y de crisis adolescente, la música, la lectura, el sonido del bosque... Pequeños fragmentos de vida que te transportan constantemente a una etapa de tu vida. Todo está pensando para hacerte sentir como un adolescente, otra vez. 

He dejado a propósito el nombre de los intérpretes protagonistas de esta historia para casi el final del post. Timotheé Chalamet y Armie Hammer están perfectos como Elio y Oliver, respectivamente. En el primer caso, el rostro de adolescente hasta cierto punto, atormentado y misterioso, algo cercano, y en el segundo caso, el joven fuerte y seguro de sí mismo, que parece prácticamente lo opuesto al juvenil Elio. Es difícil no fijarse en lo apuesto que resulta Hammer en pantalla. Casi hasta cierto punto, entendemos la fascinación de Elio por el joven estudiante judío que se aloja en casa de sus padres.

Elio vive intensamente ese verano, como muchos de nosotros vivíamos esos veranos en el pueblo, con los amigos del pueblo y con la familia del pueblo. Porque el ritmo de vida en el que nos vemos metidos de adultos, "gracias" a nuestros trabajos y compromisos sociales, personales y familiares, es totalmente diferente a esa tranquilidad que uno puede encontrar en un pueblo. Por eso Call me by your name nos conmueve tanto, por que todos hemos tenido esa sensación, si no la hemos vivido. Tiene la capacidad para hacernos sentir, otra vez, como cuando éramos adolescentes y ser un poco Elio durante 2 horas. Eso, bien merece la pena vivirlo.


Volver a nuestros recuerdos siempre tiene una parte de pena, por lo perdido. Pero también podemos disfrutar del viaje que nos invita a hacer una película como esta, hablando además con tanta naturalidad sobre el despertar sexual, el primer amor, las relaciones de verano o los momentos de tranquilidad antes de vernos inmersos en nuestra vida adulta. Nostalgia.  

XOXO SoldieRyan

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2 comentarios

  1. Aún no la he visto, no sé si me dará tiempo a pillarla en el cine en su versión original, que este pueblo es muy pequeño. Pero vamos, que la veré seguro y más después de leerte.
    La sinceridad y la falta de impostura de la que hablas es algo que siempre, siempre es premio seguro en el cine (y en la vida).
    Un abrazo

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