Cuando una película te deja algo

by - mayo 09, 2018

Cartel de 21 gramos (2003)
Cartel de 21 gramos (2003)

El arte en sí, y el cine lo es, tiene varias funciones, y entre ellas es la de transmitir algo. Así que cuando ves una película que consigue transmitirte algo, que al terminar de verla, algo cambia dentro de ti, es que ha cumplido su función. Hay multitud de ejemplos, pero hacia tiempo que no era tan consciente como cuando vi 21 gramos (2003).
Las películas, como ya he comentado otras veces, suelen dejar un trasfondo en el espectador, que dependiendo del momento personal en el que se encuentra, le tocan unos temas u otros. 21 gramos habla de muchas cosas, entre ellas: la culpa, la pérdida, el perdón, la aceptación o la autodestrucción. Temas muy humanos y emocionales y que por el argumento que cuenta la película, permite incluirlos todos.

La primera película americana de Alejandro González Iñárritu, tal vez sea una de las más sinceras del director mexicano, que luego ha tirado por presumir de técnica, más que de corazón en sus siguientes películas. Birdman (2014) o El renacido (2016) son películas técnicamente casi perfectas y con un manejo de la cámara virtuoso, pero no tienen la profundidad de esta 21 gramos. La historia abarca mucha profundidad emocional y es imposible no conectar con cualquiera de los trágicos personajes que la protagonizan. Quizás no todas las emociones de la película son agradables, pero son humanas al fin y al cabo y hay que comprender el amplío abanico de las emociones humanas. No todo es felicidad, a pesar de que esta sociedad se empeñe en vendernos placer y satisfacción constantemente.




Es un tema que puede dar mucho de sí, pero es importante que no todo el cine sea simplemente entretenimiento, que está bien que puedas disfrutar con la última película de Marvel, pero también es importante que tengas presente que a veces es necesario afrontar algunos temas. El cine suele servir como elemento para contar multitud de historias y con las que cualquiera se puede identificar.

Casi sin darte cuenta, una película te emociona, incluso te puede liberar de algún tema personal, y cuando terminas de verla, la olvidas. Pero hay otros casos, en los que una película, al terminar de verla, te deja una sensación extraña. Algo ha cambiado dentro de ti, bien por la cantidad de emociones que has sentido durante su visionado y que necesitas procesar, o bien porque aún no eres consciente de todo lo que has visto y sentido.

Te quedas un rato sentado, mirando la pantalla y cómo aparecen los títulos de crédito sobre fondo negro. Pero por dentro vas procesando lo que has vivido. Emociones casi como si fueran reales. Eso deja tocado a cualquiera, ya que si son intensas y dolorosas, pues terminas por empatizar con los personajes. En eso consiste el arte, que conectes y te remueva.

Fotograma de Lo imposible (2012), con Naomi Watts (izqda) y Tom Holland (centro)
Fotograma de Lo imposible (2012), con Naomi Watts (izqda) y Tom Holland (centro)

Tocar las emociones del espectador es sencillo, y podría considerarse pornografía sentimental. Este término, ya ha salido en alguna que otra entrada del blog, y básicamente consiste en apelar a la fibra sensible para lograr que el espectador se emocione, pero de la manera más básica y universal posible. Con lo que al final, puede parecer un juego o una manipulación. Y a nadie le gusta sentirse manipulado. 

Lograrlo de manera inteligente y sin engañar a nadie, no es tan sencillo. Películas que tratan temas con sinceridad y sin maniqueísmos, esas son las que valen la pena y las que hay que "disfrutar", o dejar que te entren. Puede ser más o menos doloroso, puede costar más o menos dejar que ciertos temas te remuevan por dentro, pero ahí está también la valentía del espectador; confiar y dejarse llevar por el viaje que le propongan. 

Ver una película es una decisión y una apuesta por parte del que decide verla. Hay que tener en cuenta que se invierte tiempo personal que se podría estar aprovechando de cualquier otra manera, quizás más útil en algunos casos. Pero si consideras que una película te puede aportar alguna lección, enseñanza o momento único y que te cambiará, aunque sea un poco, merece la pena apostar. 

Harrison Ford como Indiana Jones en En busca del arca perdida (1981)
Harrison Ford como Indiana Jones en En busca del arca perdida (1981)
Hay muchísimos ejemplos -y algunos de ellos han aparecido en el blog- de películas con este punto. Y fuera de aquí, por supuesto, muchos casos más. Historias de superación, trágicas, de motivación o comedias que guardan un profundo mensaje. El cine bien aprovechado, como ya he comentado en otros casos, es una herramienta fantástica para trabajar en uno mismo y aprender, incluso en educación emocional.

Suele utilizarse el argumento para quien evita este tipo de películas, que ya tiene suficiente drama en la vida o problemas a nivel personal, como para tener que ver una historia que además le haga pasar un rato intenso o incómodo. El cine como evasión por supuesto que es reivindicable, y hay también una gran cantidad de obras maestras. Pasar un rato fantástico con En busca del arca perdida (1981) es más que justificable, ya que no siempre puedes estar preocupándote por todo en la vida, es necesario oxigenarse.

Pero escapar de temas a los que quizás de otro modo, no tendrías tan fácil acceso y que pueden ayudarte a tener una visión más completa sobre las emociones, o incluso, ayudarte a gestionar algún conflicto interno, tampoco es una solución. En eso consiste, por ejemplo, la filmoterapia, y si quieres saber más, no dejes de leer la entrevista que realicé al psicólogo Jaime Burques. Déjate sorprender por el cine y por una película que merezca la pena y que te pueda aportar algo. Seguro que no te arrepentirás. 

frase de Michael J Fox de Filmoterapia
Imagen de Filmoterapia
Por eso, cuando una película te deje con los ojos pegados a la pantalla, procesando lo que acabas de ver, es una experiencia que hay que vivir. Procesa y siente, comprende lo que te han contado y lo que has visto, y siéntelo, o déjalo estar y a ver cómo evoluciona. Conseguir eso con una película es simplemente mágico.

XOXO SoldieRyan

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2 comentarios

  1. 21 gramos fue una de esas películas que me dejó con la sensación de que sufrimos por tonterías, pero a la vez enseña que el dolor es un punto de inflexión más que necesario.
    Emocionarse con las emociones de uno, las que uno construye, las que son personales e intransferibles, se está convirtiendo hoy en un lujo entre tanto sentimiento enlatado (ahí entra eso que escribes sobre la manipulación sentimental, mire usted, vaya a venderle la burra del sentimiento sencillo y plano a otro que yo lo que quiero es aprender lo que tenga que ver con la vida). Por eso entretenerte con el cine sí, pero a mí me causa algo de rechazo todo lo que no tiene un fondo de verdadero arte, de verdadera intención de hablar del ser humano, de transmitir, como tu bien dices.
    Buen artículo, quillo.

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    1. Hola compañero de fatigas -emocionales-,

      El dolor muchas veces es necesario para despertar y tener conciencia de que algo tiene que cambiar. Hasta que algo no nos duele, no somos conscientes de que está ahí eso que nos produce daño.
      Y bien, ahí radica tu posibilidad de elegir, elegir qué quieres que te emocione, y si tienes un poco de ganas de investigar, pues algo encuentras.
      Gracias por el piropo, a mi ego le ha gustado ;)
      Abrazo

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